Crecimiento de la población y aumento de la dependencia de los combustibles fósiles y del cambio climático

Esta sociedad tecnológica enraizada en la revolución industrial nos conduce al agotamiento de ese depósito gigantesco de energía solar acumulado a lo largo de 3 000 millones de años y a pagar las consecuencias en cuanto al desorden y a la contaminación ambiental, lo que nos sitúa delante de retos tan importantes como el cambio climático. Pero desde el punto de vista ético la situación todavía es más preocupante, ya que un 25% de la población mundial somos mucho más responsables, pues los países industrializados alcanza aproximadamente ¼ de la población mundial, pero consumimos un 75% de los recursos energéticos.

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Los datos de crecimiento de población, de consumo de energía por individuo, la enorme dependencia energética del petróleo, un recurso no renovable muy explotado, y la constatación de la influencia humana en el calentamiento global nos hacen visualizar un escenario de crisis energética.

La situación de crisis económica puede favorecer que se olvide la preocupación que nos produce esta situación, pues en nuestra sociedad industrial actual el crecimiento de consumo energético y el correspondiente aumento de emisiones de CO2 se presentan como males menores derivados del necesario crecimiento económico, que en situaciones de crisis económica pasa a ser prioritario. Además, en las sociedades tecnológicas actuales, tanto el crecimiento del consumo energético como el de las emisiones de CO2 superan el de la economía, por el que es evidente que pretender salir de la crisis económica dentro de la economía correspondiente al actual ciclo energético no es compatible con la necesaria mitigación del cambio climático.

No podemos olvidar que las crisis indican el fin de un ciclo energético, por lo que hay que investigar para salir de la dependencia de los combustibles fósiles y que proponernos reduzca nuestra dependencia de un consumo energético tan elevado. También deberíamos empezar a pensar en que es posible que la solución a la crisis industrial en la que estamos inmersos no sea tecnológica, y así buscar a tiempo otras salidas. Sin duda, esas salidas deberán tener una base ambiental, porque cuanto más queramos extender la técnica a la sociedad, de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica, más la desordenaremos y fragmentaremos.