La repercusión del motor de combustión interna en el cambio climático

Esta extensión de las combustiones por focos móviles y difusos y, por lo tanto, difíciles de controlar, así como las emisiones de las centrales térmicas para producir la energía eléctrica portable, junto con las combustiones propias de industrias como las fábricas de cemento, supusieron un aumento significativo de CO2 en la atmósfera, susceptible de producir un incremento de la temperatura.

Para frenar los efectos sobre los ecosistemas y la salud, en 1997 la ONU estableció el Protocolo de Kyoto, que también firmó España. Aun así, las emisiones en el Estado aumentaron un 53% desde 1990. El Protocolo demostró mucha más capacidad de control sobre las emisiones fijas de las térmicas y de las industrias; el aumento de estas fue tan sólo de un 0,5% cada año, mientras que las del transporte, que representa el 40% del consumo energético, son 10 veces más altas, superando su aumento el 15% al año.

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La movilidad depende en un porcentaje superior al 65% del petróleo, responsable de aproximadamente un 25% de las emisiones. Esto supone unas 7 200 000 toneladas de CO2, de las cuales los coches y camiones son los responsables en más de un 94%. Cada litro de gasolina demacrado produce 2,5 kg de CO2 y a la sazón se calcula que un coche medio durante su vida útil produce 15 000 kg de CO2. Este consumo es variable dependiendo de la velocidad media, pues, si en vez de ir a 120 km/h, va a 100 km/h, consome un 50% menos.

El abuso del transporte de vehículos particulares se pone de manifiesto en el parque móvil en todo el mundo, que tiene unos 50 millones de vehículos. Además, su crecimiento está siendo espectacular, ya que aparece un coche nuevo cada segundo, el que hace prever un parque móvil en el año 2020 de aproximadamente 800 millones de vehículos. Con este ritmo de crecimiento del consumo, se calcula que el petróleo se agotará en el plazo de unos 50 años.

Este dato está dando lugar a que se dicten reglamentos para controlar esta situación. Así, en Japón, la ley indica que los coches tienen que hacer más de 19 km por litro. Otros países, como Canadá o Australia, están dirigiéndose hacia un estándar más exigente de 13 km por litro.