El gas natural, último vector del siglo XX

El gas natural es el último vector explotado en el siglo XX. En muchos sentidos se considera el combustible fósil ideal, y se utiliza para producir electricidad en centrales con turbinas de gas que son compactas, muy eficientes y que pueden construirse cerca de núcleos de población, aprovechando la distribución de gas ciudad para producir electricidad y calor.

Su principal componente es el metano, el más simple de los hidrocarburos, con un único átomo de carbono (para generar la misma cantidad de energía que el carbón y el petróleo, la combustión de metano produce sólo la mitad de CO2) por lo que en los últimos lustros su uso se vio impulsado por el Protocolo de Kyoto. Pero el gas natural tiene riesgos como ocurre en el caso de las fugas, ayudando a incrementar el problema. Si las fugas suponen el 4%, el efecto invernadero es más de 3 veces superior que el de quemar carbón. Este riesgo es mayor, si se tiene en cuenta que en las zonas por donde pasan los conductos de gas es fácil que se produzcan ataques y fugas. Además, se cree que las reservas de gas a este nivel de uso no darán para mucho más de 20 años.

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